MAMÍ FIERAS (O MAMÍFERAS)

Ante esta foto, pocas cosas puedo decir que ya no diga. Esta imagen ha dado la vuelta al mundo.



Cuando tuve mi primer hijo, lo que más me cautivó fue el vínculo que establecimos a través de la lactancia. Por primera vez pude comprobar en primera persona que somos mami fieras. Nuestro lazo era sumamente estrecho. Él lloraba, yo chorreaba leche. Él mamaba, yo sentía satisfacción y éxtasis. Más tarde supe que habían un montón de hormonas que nos hacían sentir así a los dos.
Con mi segundo parto, hubo un giro de tuerca en mi visión del tema. Entonces yo era vegetariana. Había comprendido perfectamente que no quería matar para comer, pero no veía nada cruel en los lácteos.

Si hay cría, hay leche. Es la única manera para que una mamífera tenga leche: que haya parido (hay que incluir el caso de los embarazos psicológicos de algun@s mamíferas en que pueden tener leche).

En mi propia piel pude vivir el sufrimiento de una de estas mamí feras a quien se las aleja de su cría. Fue en los partos, cuando se l@s llevan para destapar vías y limpiar. Mi mamá me dijo: "Tu mirada me hizo acordar a la de las perras cuando les sacan las crías". Salvando las diferencias, lo mío fueron instantes.

Más allá de si los lácteos son o no saludables, llenos de hormonas, caseína, pus, antibióticos, etc, hay un componente de separación brutal entre la cría y su mamá.
No hace falta explicar qué le pasa al ternero y a la madre, toda esa información la podemos deducir con facilidad.
Sólo tenemos que imaginarnos cómo sería un mundo donde esta separación la marcasen sólo la mamá y su hij@. Nada ni nadie más.

Gracias amigas desde el otro lado del mundo, Valeria y Victoria por vuestra imagen.